Estructuralismo y Pos-estructuralismo




La semiótica o el semiología es un ejemplo de la escuela de filosofía social conocido como el estructuralismo. De hecho, pueden verse los semiótica como la forma paradigmática del estructuralismo. La premisa básica del estructuralismo es que pueden analizarse sociedades y prácticas sociológicas o culturales, como sistemas significantes, siguiendo las líneas del lenguaje. Así encontramos los métodos estructuralistas aplicados, no sólo a la lingüística de Saussure, sino también a la más amplia crítica cultural de Barthes, la antropología de Claude Lévi-Strauss y el psicoanálisis de Jacques Lacan. En el estructuralismo, el asunto es el descentralismo, en otros términos, el enfoque central sobre el individuo de mucho del análisis social, es reemplazado por el enfoque sobre las estructuras, en las que el individuo es simplemente otro elemento 

En el post-estructuralismo, del que los trabajos más tardíos de Barthes son un anuncio, se lleva más allá al descentramiento del sujeto, a tal magnitud que el post-estructuralismo puede verse como anti-humanista, y así, al menos potencialmente, opuesto a las grande metanarrativas de la modernidad. Finalmente, desde que en el estructuralismo, el sujeto y la estructura están entrelazados estrechamente, un ataque a la estructura también traer consigo un ataque a la noción del sujeto.  

He escrito anteriormente que usted debe, en su trabajo práctico, “intentar cavar bajo la superficie de las signos”. Ésa es de hecho una posición modernista, una creencia que hay algo detrás de las signos y que si la producción de los medios de comunicación de signos fuera usada responsablemente y honestamente, entonces podría usarse para el beneficio de la sociedad. La crítica Marxista de los medios de comunicación, por ejemplo, analizando el armazón ideológico dentro de que se sitúan los mensajes de los medios de comunicación, presupone que es de algún modo posible ver a través de la representación torcida, a una realidad más allá de la representación. Por ejemplo, el trabajo del Grupo de Trabajo de los Medios de Glasgow, sobre representaciones de disputas industriales por la televisión, comparándolas con otro informes o artículos de prensa, supuestamente más objetivo, asume que es posible hacer, más allá de la representación del televisión, alguna clase de verdad sobre la realidad de esas disputas industriales. Jürgen Habermas, en su teoría de acción comunicativa, o en su presentación de su comprensión de la esfera pública, presume la posibilidad de comunicación no distorsionada. 

Barthes, sin embargo, en sus  últimos trabajos, en su fase posestructuralista, arguyó que el lenguaje no es transparente. No podemos mirar a través de él, a una realidad más allá del lenguaje. Aunque el post-estructuralismo es, como lo implica el término, de muchas maneras un rechazo al estructuralismo, también puede verse como el desarrollo lógico del mismo. Recuerde que Saussure insistió en que el significado reside, no en una relación entre un significante y sus referentes, en el sentido de alguna cosa “allí afuera”, sino entre el significante y su significado, en el sentido de un concepto duro y también a través de la relación de signos arbitrarias a entre si. Así, el sistema Saussureano ya tiene dentro del mismo, una visión de códigos como sistemas que se refieren a si mismos.  

En cuanto a lo que concierne a la noción de signo, la diferencia significante entre el estructuralismo y post-estructuralismo es el privilegiando del significante en el post-estructuralismo. No hay ninguna correspondencia simple entre el significante y el significado (o referente). Lacan habla de significantes resbalando y patinando, y Derrida acuñó el término de “significantes flotante” para referirse a significantes que tiene una relación indeterminada no mejor que incierta, con cualquier posible realidad extra-lingüística. Simplificando fuertemente, el estructuralismo tiende a asumir un “modelo profundo”, en otros términos, podemos sondear detrás de un texto para encontrar la verdad y al hacerlo, de alguna manera, pararse fuera del lenguaje, por ejemplo usando el “metalenguaje” del análisis lingüístico, sociológico o filosófico. 

En el contraste, el post-estructuralismo tiende a poner el énfasis en la actividad del lector, en un proceso productivo de comprometerse con los textos y el sujeto mismo; quienes hacen esta clase de compromiso no tienen una identidad estable ni una conciencia unificada, pero el/ella es estructurado por el lenguaje (vea la sección en el yo descentrado). No podemos pararnos fuera del lenguaje, no puede haber ningún metalenguaje, o, en las condiciones de Derrida, “no hay un lado externo del texto'. Ningún significante está nunca libre de cualquier otro significante, todos están unidos juntos en una semiosis infinita. Así ninguna significación está nunca cerrada. (En este conexión, vea también la sección sobre postmodernismo)